Estefania

La recuerdo cada día, pero hoy he estado con ella un buen rato. Su pelo, su cara ovalada y simétrica, su piel morena, herencia caribeña mimada en Miami, sus ojillos vivos. Era preciosa, preciosa. He estado mirando videos que hice en los años que vivimos juntas... Tenía una naturalidad increíble,

Gritaba con toda la fuerza de sus pulmones, lloraba a mares, reía a carcajadas y todo se le veía en la mirada inmediatamente, si te admiraba o te quería, o si no te soportaba.

Se la traía floja.

Me levantaba por la mañana, salía de mi habitación y me la encontraba en pelota picada mirando a ver qué había en la nevera. Esto... buenos días. Durante meses no tuvimos más luz en el baño que la de la bombilla lila de luz negra que puso para que brillaran los malditos alienígenas fluorescentes que había pegado en las paredes, jajaja... Si olía a pedo y preguntabas con sospecha, decía sin más que había sido ella, y seguía con lo suyo tan tranquila. Hacía que te sintieras tonto por ir con tanta cautela.

Sentía tanto amor por la vida que incluso guardaba un ratoncito muerto en una caja. Me parecía la cosa más tierna.

Era genuina y no más salvaje y más excéntrica que un niño, no le daba importancia a nada de lo que hacía, era como esos árboles de los que hablaba hace unos días.

Es injusto como cuando Saturno vira, se lleva por delante a los mejores. Mi querida Estefanía. Qué tontería que te fueras. Qué tontería.

Tener que hablar de ti en pasado... 

Me gustaría hacer algo, revivirla en esta obra... es ella, esto que no sabía encontrar. Es la naturaleza, el árbol, ofelia y ariel. Que no soportan Nueva York, el frío y la ciudad, y no piensan más que en volver a la playa, que aman tanto que sin que lo sepas sufren porque no entienden por qué no se les ama igual, que mueren un poco cada vez que abren la ventana y el mundo es gris.

La echo de menos...